¡La continuación de la entrada anterior!
Ojala pudiera sacarlos de aquí. (Parte 2)
Ya en el primer piso, Cassie se dio cuenta de que la habitación de Caroline tenía la luz encendida (entonces ya había vuelto). Dio pasos delicados hacia la puerta intentando que ella no la escuchara. Vio su brazo enrojecido y dijo en tono alto:
-¡Caroline!- Dio unos pasos atrás y escucho la reacción de su compañera. -Le habrá picado un mosquito…- Pensó ella intrigada.
Caroline se colocó su camisón y corrió a la puerta: Ahí Cassie se acerco donde estaba ella y miro unos instantes sus brazos. Acomodó su cabello y sonrió.
-¿Encontraste cuadernos en el mercado?- Dijo amablemente Cassie fingiendo una sonrisa.
-Sí, aquí esta.- Caroline fue por una bolsa y saco el cuaderno, caminó casi saltando hacia la puerta y se lo entregó a Cassie. Ésta le recibió el cuaderno alegremente, y solo dijo gracias. Se dio la vuelta y caminó hacia su habitación haciendo una mueca.
Lottie pasaba por el pasillo luego de haberse lavado la herida en el baño; vió a Caroline y corrió a abrazarla. Ambas entraron a la habitación y se arreglaron para ir a dormir.
Cassie ya recostada en su cama se cubrió con las sabanas. Recordó el brazo enrojecido de Caroline: y en unos instantes, se quedo dormida dejando caer su cuaderno al suelo; a la vista de cualquiera que entre en su habitación.
Los pequeños traviesos de Phill y Dylan corrieron a su armario. Tomaron la primera chaqueta que vieron y se abrigaron debido al frío que haría afuera. Bajaron las escaleras cuidadosamente; hasta que en el penúltimo escalón, el pantalón de Phill se engancho a una gran astilla de madera, y Dylan al no darse cuenta de que su hermano estaba con tal dificultad, prosiguió por las escaleras hasta empujar a Phill. Éste se agarró de su hermano y ambos cayeron al suelo formando un gran ruido. Pero, por suerte nadie escuchó.
-¡No!- Exclamó Phill al ver su pantalón rasgado. Dylan reaccionó rápidamente tapándole la boca con su mano derecha, haciendo un gesto con su mano izquierda de silencio. Su hermano se puso rojo como un tomate, porque podría descubrirlos Cassie y Caroline. O aún peor; Lottie, que de seguro pediría acompañarles a cambio de no decir nada.
Abrieron la puerta con delicadeza. El viento la azotó hacia el muro bruscamente. Dylan y Phill, ya bastante frustrados, se preguntaban porqué las demás no despertaban. Simplemente no podían tener más mala suerte a la hora de escabullirse: con tanto ruido de por medio. Salieron de casa y prosiguieron su camino hacia las afueras de la ciudad.
Desde que Caroline le ha contado de sus sueños a Cassie, ella mira el mundo de otra forma. Si en los sueños se puede ser feliz, en la realidad hay que colocar un poco de esfuerzo para serlo también, -cosa que le cuesta mucho porque para ella la realidad es una pesadilla. Nunca cambiaba de parecer, pero siempre se formaba un brillo en sus ojos al decirlo.
Mientras en la pensión dormían todos, Lottie se despertó percatándose de que su brazo brillaba en la oscuridad: cosa que luego no la dejaba dormir por la luminosidad que extrañamente llegaba a sus párpados en cada intento de cerrar sus ojos, como si esa luz recorriera todo su cuerpo como un pequeño sol.
Cuando Cassie dormía, siempre en sus sueños había una pared gris que representaba lo infeliz que era. Ella se perdía en cada marca que ésta tenía, descifrando el comienzo y el final de cada una para ver lo que formaba. Como una vez, en la pequeña casa de su abuela Rochter, madre de su padre, la puerta principal tenía marcas extrañas. Llevaban miles de años como si fueran parte de la decoración de ésta. Pero no, esas marcas quedaron gracias a la madera con la que se fabricó. Aquella venía directamente del bosque de las Hastyc que tenían una empezada mágica pues no solo por casualidad apareció un pequeño duendecillo que podía volar. Pero sus alas tenían unas marcas extrañas: a estos se les denomina Jastyc. Este volaba alrededor de aquel bosque dejando un aire de pequeños trozos celestes que parecían arena, pero muy fina. Casi parecía polvo y ésta se incrustó en cada marca de los árboles alrededor. Este duendecillo se detuvo frente a un árbol anciano, debido a la curiosidad que le daban las marcas que tenía. Él tocó una de sus hojas y se desvaneció ya que el polvo le dio una fortaleza de vitalidad a sus hojas de tela azul pegajosa. Cualquier Jastyc o Hastyc que tocara aquel árbol, se desvanecería y su alma quedaría en una de sus hojas dejándola de color Calipso con un sello en forma de las alas de aquel ser volador. ¿Por qué? Pues la naturaleza en los alrededores de Cannows puede mutar de una manera sorprendente y perjudicial para cualquiera que viva cerca de él: sea un ser mítico o un humano.
Justo en una tarde calurosa, Cassie se le ocurrió salir a jugar con una pelota que le había regalado la abuela: hasta que esta chocó contra su puerta y desapareció al rebotar en el picaporte. Pero la anciana alcanzo a escuchar el golpe, y al abrir la puerta, ahí estaba Cassie buscando su pelota, por lo cual se le vino a la mente invitarla a pasar. Tal vez por unas galletitas, o la breve explicación del porqué se encontraba en su entrada.
Cassie, ya adentro esperaba su vaso de leche y unos bocadillos de dulce. Miraba intrigada las marcas de la puerta principal -ladeando la cabeza hasta detenerse en un punto fijo- un pequeño brillo celeste que se expandía hacia las demás marcas lentamente, dejando la forma de unas alas: las alas de una Hastyc. Cassie abrió los ojos de una manera exagerada. Sorprendida se colocó de pie rápidamente para caminar, quedándose frente a la puerta que soltaba cada vez más brillo. Un brillo tan hermoso, que al esbozar Cassie una sonrisa, se deshizo y formó un diamante en el cual se reflejaron sus ojos dejándolos de un color Calipso intenso, hasta que se volvió un pedazo octaédrico de vidrio. Ese diamante era el alma de aquel Jastyc, una de las criaturas casi extinguidas en la ciudad de Cannows que habitaban en la punta de los árboles más altos de la ciudad, que nadie sabía de su existencia: excepto, algunas personas.
Desde ese día, hubo otra razón para que Cassie ya no mirara las cosas como antes, lo cual según ella todos deberían hacer, de lo contrario, la vida la veríamos siempre descolorida. Pero si miras más allá, siempre habrá una luz que te llamará la atención, llevándote a una nueva vida: algo llamado felicidad, pero que incluso es mucho más grande que ésta. Solo algunos llegan a ese lugar.
Cassie se movía entre sus sabanas como si algo la estuviera asfixiando. -Cassie Skylar es hora de que dejes este mundo- Se escuchó en su mente con una voz fría y escalofriante. -¡Déjenla es solo una niña!-. Finalizó su pesadilla y la asfixia cesó, su corazón latía tan rápido que sentía que se le iba a salir y empezaba a tener escalofríos debido a que nunca había tenido una pesadilla tan horrible. Suspiró pesadamente y se alegró de que solo fuera una pesadilla almacenada en su imaginación. Acomodó su cabeza nuevamente en la almohada y se volvió a quedar dormida.
En la mente de Cassie hay miles de sueños, todos llenos de color y algo infaltable en cada uno: diversión, y vida. Pero aunque todo fuese tan imperfecto, ella lo veía perfectamente maravilloso, pues sus ojos convertían todo lo malo de un sueño en algo hermoso e inigualable (cosa que le gustaría hacer en la vida real pero lamentablemente es una pesadilla que ella no puede controlar). Lastimosamente cuando tiene pesadillas, -como la de recién al dormir- tampoco las puede cambiar, pero ha ido tomándolas como algo bueno con el pasar del tiempo.
Caroline dormía abrazada de un conejo de peluche que le había regalado Dylan para su cumpleaños.
En sus sueños solo se encontraba su mamá. De cabellos dorados con un contraste castaño en algunos mechones de cabello, y siempre llevaba un broche de mariposa violeta. Sus ojos eran café, con un borde en las pupilas de color miel, el cual los hacía hermosos. Caroline tiene el mismo color de ojos, pero su cabello es castaño oscuro.
Algunos dirían que soñar lo mismo cada noche es agotador y aburrido. Para Caroline era lo único que le hacía feliz debido a que piensa igual que Cassie; la realidad es una pesadilla.
La mamá de Caroline murió en mil novecientos noventa, por una razón que aún se desconoce. Phill y Dylan fueron adoptados por el padre de ella; quién fue a la guerra y no volvió más, aunque Cassie sabe que él estaba viviendo a unas calles de la pensión, pero ha guardado el secreto debido a que al pasar tantos años, él, había olvidado que tenía una esposa e hijos (por un problema psicológico después de la muerte de su esposa) creyendo que ellos también habían muerto. Entonces, formó una nueva familia, y por una extraña coincidencia sus nuevos hijos se llaman igual que ellos, y su esposa tiene un parecido a la mamá de Caroline.
Si los pequeños, en especial Caroline, se llegaran a enterar, Cassie sabe perfectamente lo que pasaría. Pues una de sus pesadillas se trata de eso: y no termina para nada bien. Aunque Phill y Dylan aún esperan encontrar a sus padres biológicos, el pequeño Phill al verlos quiere pedirles que adopten a Caroline. Eso será una sorpresa para ella si llega a suceder. Se podría decir que ese es uno de los más grandes secretos de Cassie. La verdad, hay secretos que ni ella aún conoce. Pero, están tan cerca de ella que es algo torpe de su parte que no se dé cuenta.
Ya en las afueras de la ciudad Phill y Dylan miraron temerosos alrededor. Bosques repletos de árboles gigantes, que quién sabe hasta dónde llegaban: puesto que la niebla en las alturas tapaban gran parte de estos. Las calles parecían cenizas de carbón y las casas tenían rasgos de quemaduras en varias partes.
-Aquí hubo un incendio, es horrible.- Murmuró Dylan desviando la mirada hacia los árboles. -¡Mira allí!- Le exclamó a su hermano apuntando hacia los mosquitos que hace horas atrás irrumpieron en su ventanal. Phill corrió hacia ellos, y subió el árbol que estaba junto a ellos. Se sentó en una de las ramas y los mosquitos empezaron a brillar nuevamente. Se acercaban poco a poco al pequeño, y la piel de Dylan se tornó más pálida de lo normal debido a que tenía un mal presentimiento.
-¡Cassie le ha hecho esa herida a Lottie!, estos mosquitos son inofensivos.- Exclamó en un tono bastante grave; y al terminar la frase solo quería bajarse del árbol. –Me equivoqué…- murmuró para sí mismo. Los mosquitos empezaron a entrar a su piel. El pequeño lloraba y Dylan no sabía cómo trepar árboles.
-¡Phill, salta!- Le gritó desesperado mirando alrededor para pedirle ayuda a alguien. Pero no había nadie. -¡¡Salta de una vez!!- Gritó nuevamente con un tono más alto y preocupante. Phill saltó y cayó sobre unos arbustos, por suerte, con más hojas que ramas. Así, felizmente no se lastimó. Los mosquitos se asustaron alejándose, devolviéndose al bosque.
-Eso ha sido lo más horrible que he podido presenciar y encima tú lo viviste. No le contaremos a Cassie que hemos venido. Nos alejaremos de ellos: y eso haremos desde ahora.- Dijo decididamente Dylan temblando, puesto que estaba muerto de miedo y no lo quiso admitir.
–Bueno, pero a la próxima que vayamos a arriesgar nuestras vidas, procura traer tu oso de felpa.- Dijo entre risas Phill al notar como su hermano temblaba. Dylan lo empujo sin ganas y apareció un Anciano tras de ellos.
-¿Qué hacen ustedes aquí?- Preguntó aquel señor misterioso a los niños. Tenía cabellos grises y llevaba un sombrero con chaqueta del mismo color. Los pequeños quedaron perplejos mirándole y no respondieron. Cinco segundos después salieron corriendo lo más rápido posible hacia casa.
-Genial nos ha pillado un abuelo, suerte que no sabe donde vivimos.- Pensaba Phill intentando olvidar ese momento tan extraño.
Al llegar a su habitación se recostaron rendidos y exhaustos de tanto correr. Sin darse cuenta se quedaron dormidos al instante con ropa de calle.
Ese anciano era Deinn. Volverá, y es seguro.
Traviesos son los niños y hasta mentiras son capaces de decir. Pero, cada una de ellas se desmentirá con cualquier descuido que siempre surgen tras estas complejas aventuras de juego.
-Siguiente: ¿Dónde está Myna?-
Comentarios de Mynami: ¡Y listo! :3 se acaba la primera parte de la historia, recuerden pueden dejar sus comentarios bajo esta misma entrada y si gustan, pueden compartirla con los demás en las redes sociales disponibles al termino de la entrada.
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